¿Qué es la enfermedad?
(Resumen extraído del curso-libro Multiterapia Natural Integral)
Curso Multiterapia Natural
Los términos salud y enfermedad tienen significados más trascendentes de los que les son habitualmente asignados.
Salud es una condición que todos tratamos de alcanzar y mantener, pues de ella depende -en gran medida- nuestra felicidad.
El continuo proceso de adaptación al medio ambiente que vive nuestro organismo está precisamente destinado a lograr un adecuado estado de salud. Ello se refleja en la definición que ha hecho la Organización Mundial de la Salud (OMS) de salud: «un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad o afecciones».
Esto nos recuerda que el hombre no es sólo un ser físico, sino también un ser psíquico y social.
Por lo tanto, enfermedad incluye la pérdida, alteración o desorden de las óptimas condiciones tanto físicas, como mentales y sociales.
Se considera la salud como el estado normal en que el organismo desarrolla en plenitud sus funciones tanto orgánicas como intelectuales. Cuando el equilibrio se rompe, circunstancia motivada por innumerables factores, aparece otro concepto: la enfermedad. La enfermedad se define como la pérdida del estado de salud. La ausencia de uno, la salud, provoca automáticamente la aparición de la otra, la enfermedad.
Pero ¿por qué se produce la enfermedad?, ¿por qué en situaciones y condiciones idénticas unas personas enferman y otras no?, ¿por qué a veces nuestro organismo no es capaz de evitar la enfermedad cuando en otras ocasiones si lo ha hecho?.
Es muy interesante comprobar que cuando se buscan definiciones para enfermedad, -en artículos, publicaciones o cualquier otro medio-, el resultado obtenido es muy decepcionante. En pocos sitios se da una definición clara y entendible para el termino enfermedad, siendo más fácil encontrar la definición para salud, y es más, en muchas ocasiones las definiciones dadas no coinciden plenamente entre si.
Si esto es cierto para la definición dada de “que es enfermedad”, la falta de información y la no coincidencia entre las diferentes versiones se hace mucho más evidente en una explicación más detallada del tema.
Por consiguiente, la clave del asunto es: …si nuestro organismo posee mecanismos para luchar contra la enfermedad, ¿por qué en muchas ocasiones no lo consigue?, ¿es solo una simple cuestión de que se encuentra debilitado?.
Hipócrates estudió y utilizó técnicas como la hidroterapia, el ayuno, la digitopuntura y la vertebroterapia, e incluía en sus medicaciones más de doscientas cincuenta plantas cuyos efectos específicos había estudiado en profundidad.
La medicina de Hipócrates echó mano de todos los medios a su alcance para obtener la curación del enfermo: aire, agua, hierbas, masajes, ejercicios; todo era materia de estudio y experimentación y debía aplicarse –concepto esencial del saber hipocrático- a cada enfermo, entendiéndolo como un sujeto específico de cualidades particulares.
Pero antes de contestar estas cuestiones sería bueno que consideráramos algunas cosas, en especial algunos procesos y funciones que en muchas ocasiones se encuentran involucrados en los procesos relacionados con la aparición de la enfermedad.
Metabolismo
Se conoce como metabolismo al conjunto de las transformaciones químico – energéticas que ocurren en los seres vivos. Existen diversos factores que influyen en el metabolismo, tales como:
– El ejercicio.
– La edad. El recién nacido posee el doble de metabolismo que el adulto.
– El clima. En zonas frías aumenta el metabolismo por incrementarse la secreción de hormona tiroides.
– El sueño. Durante el sueño el metabolismo desciende en un 15 %.
– La hormona de crecimiento aumenta el metabolismo un 10 – 20 %.
– Las hormonas sexuales masculinas aumentan el 10 – 15 %.
– La hormona tiroidea puede llegar a aumentar el metabolismo el doble de su valor habitual.
– La estimulación simpática. Con la liberación de adrenalina el metabolismo se incrementa en diversos tejidos.
– La fiebre aumenta el metabolismo.
– La desnutrición. Si se prolonga puede disminuir el valor metabólico en un 20 – 30 %.
Todas las formas de vida, desde las algas unicelulares hasta los mamíferos, dependen de la realización simultánea de centenares de reacciones metabólicas reguladas con absoluta precisión, desde el nacimiento y la maduración hasta la muerte. Las células tienen una serie de enzimas o catalizadores específicos que se encargan de activar, controlar y terminar todas estas reacciones, cada una de las cuales está a su vez coordinada con muchas otras que se producen en todo el organismo. Cuando se reproduce, cada uno —sea una planta verde, un herbívoro o un carnívoro— transmite ciertas instrucciones genéticas sobre la forma de interceptar, transformar y liberar la energía al medio ambiente durante su ciclo vital. Desde el punto de vista termodinámico, el metabolismo abarca los procesos por medio de los cuales las células interceptan químicamente y distribuyen la energía que de forma constante pasa por su organismo. Las células devuelven la energía libre al entorno fundamentalmente en forma de calor. El hecho de que células y tejidos mantengan el equilibrio dinámico durante la vida del organismo demuestra con claridad que los procesos metabólicos están sujetos a un control exacto. Células y tejidos mueren continuamente, pero el metabolismo aporta, en un equilibrio casi perfecto, todos los ingredientes químicos necesarios para reponer y crear células y productos celulares nuevos.
Aunque todavía queda mucho por averiguar sobre los procesos metabólicos, los investigadores están de acuerdo en que las enzimas reguladoras o limitadoras de velocidad son elementos primordiales de estas reacciones. Cada una de estas moléculas enzimáticas, que influyen sobre las rutas metabólicas desde sus primeras etapas, tiene un punto específico o activo que encaja en el sustrato o compuesto sobre el cual actúa la enzima y se forma un producto. La precisión con que las enzimas limitadoras de la velocidad y los sustratos se acoplan para iniciar reacciones específicas impide que las reacciones se produzcan de forma indiscriminada dentro de las células, donde hay un continuo fluir de compuestos químicos muy diversos. Cantidades mínimas de una enzima de este tipo pueden inducir cambios profundos en el metabolismo celular.
Otra forma de controlar las rutas metabólicas es la retroalimentación negativa (Ver Bio-feed-back). Así, cuando una célula ha sintetizado una cantidad equilibrada de un compuesto la acumulación de dicho producto inhibe a las enzimas que activan su producción.
El metabolismo, sobre todo en los animales superiores, está también regulado por el sistema nervioso, el páncreas, la glándula pituitaria y las glándulas suprarrenales (Sistema endocrino). Las hormonas que se vierten en el torrente sanguíneo, alcanzan los tejidos diana y en muchos casos modifican la permeabilidad de las membranas celulares; alteran de ese modo las cantidades de sustancias que entran en las células y salen de ellas. Las hormonas, que también afectan al metabolismo vegetal, cambian las rutas metabólicas, para ello modifican los puntos catalíticos de las enzimas limitantes de la velocidad.
Si una enzima falta del organismo a consecuencia de algún defecto hereditario, queda bloqueada la transformación química que debería regular. En consecuencia, hay productos celulares que dejan de sintetizarse o catabolizarse, de modo que se acumula una cantidad excesiva de otro producto metabólico que lesiona los tejidos, o impide que ciertos materiales intracelulares atraviesen la membrana celular.
Aunque el efecto de ciertos errores metabólicos se manifiesta en la primera infancia, otros sólo se observan en la madurez. Algunos de estos errores pueden ser mortales, otros no parecen ejercer ningún efecto nocivo y otros son persistentes. La enfermedad llamada fenilcetonuria se debe a un error en el metabolismo de los aminoácidos; afecta a los lactantes y determina el bloqueo del metabolismo del aminoácido fenilalanina; los productos metabólicos acumulados (fenilpiruvato) pueden causar un retraso en el desarrollo cerebral normal. La galactosemia es un error del metabolismo de los hidratos de carbono que consiste en la ausencia de la enzima necesaria para que la galactosa se transforme en glucosa; la consiguiente incapacidad para metabolizar los azúcares de la leche determina la acumulación de galactosa en la sangre, lo que puede lesionar el cerebro y el hígado, y favorecer la formación de cataratas y el retraso mental.
Equilibrio orgánico
Nuestro organismo junto con todos sus procesos metabólicos en condiciones normales y en un estado óptimo siempre se encuentra en un estado de equilibrio. Así, hormonas, enzimas, vitaminas, minerales, todo tipo de elementos y compuestos químicos se encuentran en unas cantidades y proporciones determinadas. Estas cantidades tienen unos márgenes de fluctuación que se encuentran englobados dentro de unos parámetros de normalidad. Una cantidad más elevada o menor que se encuentre entre estos márgenes será considerada como algo normal dentro de los procesos y actividades metabólicas y fisiológicas, aunque el organismo está constantemente reequilibrándose. Cuando el organismo detecta una deficiencia por debajo de los parámetros de normalidad pone en marcha todos los mecanismos necesarios para restablecer de nuevo la regularidad. Cuando el desequilibrio está producido por un exceso, de igual manera nuestro organismo intenta normalizar la situación, como se ha visto anteriormente en el asunto de las enzimas y del metabolismo.
Este equilibrio orgánico junto con los márgenes también se produce en todas las actividades y procesos orgánicos y fisiológicos –digestión, respiración etc…-.
Equilibrio salud-enfermedad
La enfermedad siempre es un desequilibrio y los síntomas es el esfuerzo junto con los mecanismos, que el organismo pone en marcha para reequilibrar o restablecer la normalidad. También, dicho de otro modo, podemos definir esto como un desorden o desequilibrio orgánico-biológico-psíquico en el cual el organismo pone en marcha una serie de mecanismos (enfermedad aguda) para lograr el reequilibrio o la estabilización.
En este equilibrio orgánico encontramos los márgenes de tolerancia. Por lo tanto podemos decir de esto que es un equilibrio oscilatorio.
Cuando se sobrepasa el margen de equilibrio o tolerancia se desencadenan las respuestas de nivel alto. Las respuestas de nivel bajo se encuentran dentro del margen y forman parte de los procesos orgánicos normales.
Por ejemplo, el organismo humano precisa y usa una serie de compuestos y elementos químicos para mantener su correcto funcionamiento. Cada uno de ellos se encuentra en el cuerpo en unas ciertas cantidades que siempre vienen dadas por el uso biológico y orgánico requerido. Así algunos son más requeridos o usados y se encuentran en mayor cantidad que otros que apenas necesita el cuerpo. Hay que son almacenados en el cuerpo para cuando sean requeridos, mientras que otros no se almacenan y tienen que ser absorbidos a través del sistema digestivo o ser elaborados y fabricados en el mismo momento en el que son requeridos. Las necesidades varían según los momentos y las circunstancias. Estos elementos químicos se encuentran en unas cantidades necesarias u optimas que varían ligeramente, este margen es lo que se denomina como margen de equilibrio o tolerancia y el organismo no se ve afectado por estas pequeñas fluctuaciones, así el organismo tiene mecanismos para incrementar o disminuir la producción o suministro de elementos según la demanda dentro de este margen, estos mecanismos que están dentro del margen de equilibrio, es lo que definimos como respuestas de nivel bajo. Cuando este margen es sobrepasado, bien porque hay en gran exceso o bien por que hay en poca cantidad para las necesidades diarias, el organismo pone en marcha las respuestas de nivel alto, estos son mecanismos para intentar restablecer la normalidad y equilibrio. Estas respuestas de nivel alto sí que son percibidas por la persona, al contrario de las de nivel bajo que no son percibidas ya que entran dentro de los mecanismos normales o cotidianos pues constantemente el organismo necesita de ellos para cubrir sus necesidades. Las respuestas de nivel alto son mecanismos reguladores internos junto con mecanismos como, la fiebre, congestión, dolor, inflamación, cansancio, somnolencia, agitación etc… esto es lo que se define como síntomas de enfermedad, por tanto al romperse el equilibrio se ha presentado la enfermedad, que como se ha mencionado es la respuesta del organismo ante el desequilibrio para restablecer la normalidad.
Este sistema regulador se pone de manifiesto de forma patente y evidente en los procesos infecciosos.
Los gérmenes que nos pueden hacer enfermar se hallan, en todo momento, en el aire, los alimentos, el agua e incluso en las mucosas de nuestro cuerpo. A pesar de ello, no estamos continuamente enfermos. Cuando una enfermedad contagiosa irrumpe en la escuela, el lugar de trabajo o en el ambiente familiar, no todos los presentes enferman, aunque hayan estado expuestos al agente causal. El caso es que si los microbios no encuentran un medio propicio para multiplicarse en las personas con las que han entrado en contacto, éstas permanecen sanas. En cambio, quienes enferman es porque, ya antes de la irrupción de la infección, su salud no estaba en buenas condiciones. Posiblemente su sistema inmunitario estaba debilitado por un trastorno metabólico, unos hábitos de vida insanos, diversas sustancias tóxicas ingeridas de forma consciente o inconsciente, o por encontrarse sometido a unas condiciones de estrés físico y/o psíquico.
Constantemente nuestro organismo a través de su sistema inmunológico lucha y elimina bacterias y virus. Esta lucha y eliminación se produce diariamente sin que nosotros percibamos nada o nos demos cuenta de ello, pues estos procesos entran dentro del margen de equilibrio y son respuestas de nivel bajo. Cuando estos procesos defensivos normales no han sido suficientes y se ha producido una infección, se desencadenan la respuestas de nivel alto el organismo pone en marcha urgentemente mecanismos defensivos de emergencia, estos mecanismos sí son perceptibles, especialmente sus efectos, es lo que se define como los síntomas de una enfermedad –fiebre, congestión, inflamación, aumento del volumen de ganglios y glándulas, incremento de la producción de ciertos fluidos y sustancias, etc…-.
El sistema inmunitario está compuesto por una serie de estructuras como el timo (una glándula) y los ganglios linfáticos que producen células especiales (los linfocitos) encargados de reconocer y eliminar los elementos nocivos (virus, microbios, toxinas). Los linfocitos actúan tanto directamente (linfocitos T citotóxicos) como indirectamente mediante los anticuerpos presentes en la sangre producidos por los linfocitos B. Es un sofisticado sistema capaz de garantizar una defensa eficaz contra los elementos extraños, nocivos para el organismo, porque está capacitado para reconocerlos y neutralizarlos.
Todo este proceso esta englobado dentro de un margen de equilibro y las respuestas que se producen dentro de este margen ante los elementos extraños son las respuestas de nivel bajo.
Una respuesta inmunitaria apropiada es fundamental para mantenernos sanos. Cuando se presenta una infección causada por un agente desconocido hasta el momento, nuestro organismo no posee todavía los medios para defenderse y nos enfermamos: es este desequilibrio que se ha producido lo que activa la fase de elaboración de las defensas, que a su vez producen los síntomas de la enfermedad. En este momento se ha sobrepasado el margen de tolerancia y se están produciendo las respuestas de nivel alto.
Algunas de estas respuestas son: el sistema inmunitario identifica al agente extraño que ha provocado la enfermedad, activa los glóbulos blancos (linfocitos, macrófagos, etc.), que son las células encargadas de eliminar las sustancias peligrosas, y fabrica los anticuerpos necesarios para eliminarlo.
A cada agente le corresponde un anticuerpo específico. La batalla tiene diferentes etapas: algunos linfocitos se ponen en contacto con el antígeno, recopilan información sobre él y se la pasan a las células encargadas de producir los anticuerpos; una vez fabricados, éstos atacan al antígeno, lo capturan y lo neutralizan. Aquí se han resumido algunas de estas respuestas de nivel alto (en un proceso infeccioso como el citado hay algunas mas) que producen síntomas y efectos perceptibles por las personas.
Los mecanismos defensivos tienen un límite, cuando son desbordados se produce la 2ª fase o fase destructiva. Entonces se produce degeneración grave y puede ser en algunos casos irreversible. Cuando el organismo no puede reequilibrar o regresar al estado original u optimo, lo que intenta es una estabilización (enfermedad crónica). Así cuando se produce un desorden y se activan los sistemas de regularización (presentándose entonces lo que se conoce como enfermedad), estamos ante la fase inflamatoria-congestiva (enfermedad aguda). Cuando durante esta fase no se consigue el restablecimiento se presenta la fase destructiva (enfermedad crónica) y es durante esta fase que el organismo, que no ha logrado regresar al estado original, intenta la estabilización ósea que el proceso inflamatorio, congestivo, destructivo no progrese, estancándolo o retardándolo todo lo posible.
Todas las enfermedades definidas como crónicas, son procesos que el organismo no ha podido superar restableciendo el orden. Lo que intenta entonces es que el proceso no evolucione o progrese.
Se entiende entonces que durante la 1ª fase inflamatoria-congestiva-aguda el organismo puede restablecerse, consiguiendo la total recuperación. En la 2ª fase o fase destructiva-crónica el restablecimiento total y completo generalmente ya no es posible.
Procesos y factores relacionados con el
Equilibrio salud-enfermedad
En nuestro organismo diariamente se efectúan miles de funciones y procesos: metabólicos, químicos, energéticos incluso mentales o psíquicos.
Estos procesos o sistemas los podemos englobar y dividir en tres grupos, mental-emocional (psíquico-emocional), vital-energético, químico-metabólico. Para encontrarnos en una condición de salud estos tres sistemas han de estar equilibrados y equilibrados entre sí. El desequilibrio en cualquiera de ellos hace aparecer un desorden que definimos como enfermedad. También el desequilibrio de uno de ellos puede afectar el correcto funcionamiento de otro o incluso de los otros dos restantes.
Hay diferentes elementos y circunstancias que pueden romper el equilibrio orgánico. Así virus, bacterias, toxinas, venenos, malos hábitos de vida y alimentación, estrés, presión o Shock emocional, heridas, traumatismos, radiaciones etc. Son los factores externos capaces de romper el equilibrio, cualquiera de ellos puede afectar de modo adverso a alguno de los sistemas englobados. Pero no solo los factores externos son responsables de la ruptura del equilibrio, también factores internos pueden ser los causantes de muchos desordenes, estos factores internos son los denominados factores genéticos y factores congénitos.
Se denomina enfermedad congénita aquella que se adquiere con el nacimiento, producida por un trastorno durante el desarrollo embrionario o durante el parto.
Se denomina enfermedad genética aquella producida por alteraciones en el ADN, pero que no tienen por qué haberse adquirido de los progenitores, como la mayoría de los canceres.
Desorden genético o enfermedad genética es una enfermedad causada, al menos en parte, por los genes de la persona con dicha enfermedad. Hay varias causas posibles:
Puede estar causada por una mutación no deseada, como puede ocurrir en muchos canceres.
Hay desordenes genéticos causados por duplicación accidental de cromosomas, como el síndrome de Down, o duplicación repetida de una parte del cromosoma, como en el síndrome de cromosoma X frágil.
El defecto en los genes puede ser heredado de los padres. En este caso el desorden genético se llama enfermedad hereditaria. Puede pasar a menudo de padres sanos, si son portadores de un defecto recesivo, aunque también ocurre en casos con defectos genéticos dominantes.
El término enfermedad genética se emplea para designar, de una forma amplia, las alteraciones que ocurren en el genoma (dotación genética) de un individuo. Todas las enfermedades hereditarias son genéticas, pero no todas las enfermedades genéticas son hereditarias (actualmente se admite que el cáncer es una enfermedad genética y no se ha demostrado que sea siempre hereditaria). Las enfermedades hereditarias son un conjunto de enfermedades genéticas caracterizadas por transmitirse de generación en generación, es decir de padres a hijos, en la descendencia.
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¿Qué es la enfermedad?
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¿Qué es la enfermedad?
(Resumen extraído del curso-libro Multiterapia Natural Integral)
Curso Multiterapia Natural
Autor
JLNavarro F
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